TÉCNICA: tintas al alcohol.
Tamaño: 40 x 40 cm.
Soporte: bastidor circular de lienzo.
Obra lista para colgar.
Es una obra abstracta que nace como un acto de rebeldía silenciosa en un mundo sobreestimulado. Habitamos una sociedad donde la validación externa pesa más que la conexión interior; donde los “me gusta” han reemplazado al verdadero amor y el hedonismo ha secuestrado el sentido profundo del ser.
Esta obra no grita, susurra. No busca imponerse, sino invitar. Es un refugio visual que interpela al espectador a detenerse, respirar y mirar hacia adentro. En tiempos marcados por el estrés, la incesante búsqueda de poder, reconocimiento y pertenencia, esta pieza se erige como un recordatorio de que aún es posible resistir… y que el amor puede ser la fuente más auténtica de felicidad.
Con formas orgánicas, texturas envolventes y una paleta que transita desde lo sombrío hacia la luz, La calma que resiste habla de esa fortaleza sutil que nace en la introspección, en la pausa, en el sentir genuino. Es un homenaje a quienes se atreven a desconectarse para reconectar, a quienes eligen ser en lugar de parecer, a quienes priorizan el amor por sobre todas las cosas. Porque la paz —esa tan anhelada— comienza en el preciso instante en que nos permitimos sentir el amor verdadero.
